Escrito laico
Escrito laico
Dios está ahí. Ahí. En la voz con
acento español del anciano que viaja detrás de mi silla, en la abeja al otro
lado de la ventana, en los automóviles que pasan por la carretera, en los grafitis
de los muros aledaños al tren. De golpe ya no está. Se ha ido. Ni
rastro...Vuelve a aparecer en el viento, en las nubes, en el pasto seco de
verano y se vuelve a ir. Así es Dios
para mí: se siente su presencia un momento, pero no se logra descifrar o
comprender. No se revela de forma permanente. Nunca. El que lo afirme es un
impostor a menos que sea Jesús o Buda o cualquiera de Ellos.
Por mi parte, he de decir que
estoy viajando por primera vez a Europa. Justo antes de salir de Bogotá quise
escribir sobre Dios (vaya tema) y algunos de sus problemas contextuales, desde
mi perspectiva, claro está. Quise hablar de su perfección y del bien y del mal
como algo estrictamente humano y para nada divino. Sin embargo, en los primeros
días de mi periplo nunca di con el tiempo hasta que me topé con este viaje de
ocho horas en tren.
Hablemos de mis fuentes. Casi que
como única fuente tengo a Epicuro. Vamos, no pretendo escribir una tesis y él
fue un filósofo que dejó un gran legado. Se vale. Él dice que a Dios sólo se le
puede atribuir la perfección y nada más. Ni el bien, ni el mal. No como las
religiones de origen semítico, las cuales afirman que Dios, en esa lucha que
hay entre el bien y el mal, tan evidente en el mundo, pugna por lo bueno y el
demonio por lo malo.
En este punto empiezan a surgir
ciertos interrogantes, tales como: ¿Por qué (ese) Dios permite que cosas
horribles sucedan? ¿Por qué hay individuos favorecidos o desfavorecidos?
Facciones culpan de lo malo al supuesto adversario (Sheitan, palabra árabe.
Satán, adaptación) de Dios, no obstante, surgen más interrogantes, a decir: ¿Si
Dios es bondadoso y omnipotente, tal como lo afirma el cristianismo, por qué no
acaba con su enemigo? o ¿Si quisiera probarnos o darnos la libertad de elegir,
como lo afirma la religión en cuestión, dónde queda o para qué su omnisciencia
si ya sabe lo que va a ocurrir? No pretendo cuestionar a Dios ni mucho menos,
todo lo contrario, quiero (qué pretencioso, lo sé) defenderle y si no lo logro,
entonces eyectarlo lo más lejos posible de nuestros humanos conflictos.
El punto es que si de verdad
existiera una lucha entre Dios y el demonio, este último tendría que tener una
fuerza igual a la de Dios para que haya resistido tanto tiempo y para que aún
siga dando tanta lucha; más en esta época en que todo se viene abajo. Sin
embargo, esto sería darle mucho poder a una figura que es imperfecta, que quiso
ser Dios pero obviamente no pudo, que está por debajo de la única Deidad según
la misma teología, que es el 6 del 7. Esta afirmación se vería aún más
cuestionada si se toma como verdadera mi premisa inicial: Dios es perfecto y
nada más.
Desde este punto de vista el mal
no es culpa del demonio. La figura demoniaca sólo es una figura o
interpretación o reflexión filosófica, planteada dentro del marco del problema
que está siendo tratado, magistralmente enseñada por ese gran maestro que fue
Jesús, tal como existen otras interpretaciones o religiones que hablan, en líneas
generales, del mismo tema. Así, el demonio, tal como lo concibe la religión y
de paso la imaginería cristiana, no existe en un plano real. Existe bajo la
forma de superstición o culpa o miedo; como algo malo y no
de otra forma. Es un ícono, un referente o un antireferente a quien culpar o,
lamentablemente, a quién temer. No es el perfecto enemigo de Dios. No es nadie.
No tiene existencia.
La pregunta persiste: ¿por qué
sucede la injusticia? ¿A que se debe la desigualdad en el planeta tierra? Podría especularse que Dios no es bueno. O
que es bueno y malo. Si no pudiera acabar con el mal no sería omnipotente y si
no quisiera sería malo. San Agustín dice que el mal es ausencia de Dios en el
mundo, pero ¿cómo Dios puede ser Todopoderoso si está ausente?
Esta es la cuestión que me embarga
en este tren, una cuestión que no puedo responder. En este punto aprieto el
botón y eyecto muy, muy lejos a ese Dios que tanto amo, a ese Dios que puedo
percibir a veces y de forma creciente en este viaje sumamente espiritual para
mí. Se comprenderá que estoy lejos de mi hogar y no dispongo de lo que
usualmente tengo. A pesar de que todo ha salido de maravilla, no estoy cómodo
aquí, pero he sido feliz aprendiendo de esa gran escuela que es viajar. Y sí,
extraño un poco mi comodidad, pero aquí he visto tantas cosas...cosas que para
mí pertenecían al mundo de la fantasía y lo surreal...en fin.
De todas formas y ya para acabar, quisiera hacer un último intento de
exégesis una vez “he dejado a Dios tranquilo”. Aquí voy: Dios no es malo, ni
está ausente. Dios es perfecto. Una vez argumentado todo lo que ya se ha dicho,
afirmo que el bien y el mal es netamente humano, no divino, como un equilibrio
de fuerzas, como la luz y la oscuridad, como la vigilia y el sueño, como el
ormuz y el ahriman que tomó Cortázar de la gente de India, como la materia y la
antimateria. Nosotros somos responsables del poder que Él nos ha dado, de ser
la criatura capaz de hacer ciencia, de tener el privilegio de razonar. Soy un
individuo que acepta que hay cosas que están en un plano superior o que no
puedo comprender, pues la ciencia, si bien ha otorgado muchas respuestas, ha
acarreado con su progreso también muchos perjuicios y sigue y seguirá sin poder
responder a ciertas preguntas, pero tengo firmes convicciones que el humano
como humano, repito, tiene poder, sobre todo si está en armonía con el cosmos o
con un Dios que no necesariamente se encuentra en la iglesia, si vive bajo un
código ético que distinga lo correcto de lo incorrecto o, en términos
perentorios, si labra su destino discerniendo entre lo que está bien y lo que
no.
hola Willy, bonita reflexión, muy personal y simple, la magia de la naturaleza y la paz del espíritu es suficiente para sentir lo perfecto
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