DEL BRUXISMO Y LA VIDA CONTEMPLATIVA




A la hora en que siempre te sientes exhausto
y haces bum,
toma tu placa para no bruxar
y vete a descansar.
Duerme después de dar vueltas en la cama
como un pollo ensartado,
pero antes de asarte
no olvides aplicar
detrás de las orejas
y en las muñecas
y en las manos
y en la nies
el óleo tipo lavanda.
Inhala.

Después de dormir 6.68 cochinas horas,
levántate mal humorado
y diciendo ahmepotaveda,
para después saludar el día
con el mismo nutritivo jugo de naranja
de todos los días,
no sin antes lavar con agüita y jabón
la placa que evitará que bruxes
todas las tensiones del día,
muñeco Pin Pon.

Gasta el día haciendo
la maravillosa labor de una sopa de letras.
Da igual que llegue la noche
y el día y la noche y el día y la noche.
Y el día.
Y la puta noche.
Dijiste que querías
una vida contemplativa
(o sea: la mejor de las vidas)
y hete aquí,
envuelto en cinta aislante,
mientras tu harén celebra una orgía sin ti.
¡Sin ti!
Y estás ahí, ahí,
con la cantidad de inteligencia precisa
para pasar desapercibido,
con la dosis de locura exacta
para poder estar encerrado
en tu jaula de oro,
sin collarcito y vigilado
por dos policías apenas.
Dos.
Apenas.
No te han lavado el cerebro,
es solo que te propusiste ser un paria
y lo has logrado.
Estás loco, Wilfrido.

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