De día. De noche.
De noche mi cama vacía
y la mordida odontológica perfecta
retrata las tensiones del día.
De día laborar olvidando el resto del mundo,
laborar hasta quedar exhausto,
para de noche encontrar la misma
cándida cama
y el cansancio
y el insomnio medicado
y las tensiones del día siguiente
que no duermen
a pesar del abatimiento
y la petrificación.
De día un reseteo,
un ya veremos,
un olvidar,
un puedo vivir solo.
De noche la fiebre,
extrañar a una mujer que no se conoce
y las ganas de no ser virtuoso
y de revolcarse en el pantano
y de gastar lo poco ahorrado en paja,
en algodón de azúcar,
en cuerpos efímeros,
en pedales analógicos desechables.
De día y de noche
el desespero
minando paulatinamente,
el hambre,
la sensación de soledad
y la comodidad inconforme.
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