El rehab
Llegas al rehab cuando sientes la ira de Dios.
Cuando todo va mal por tu
《maldita
culpa》.
Cuando tienes el corazón roto por esa chica que
te dejó por otro.
Llegas al rehab cuando tus derroteros
se desvanecen
como algodón de azúcar en la boca.
En la boca de aquella chica que te dejó por
otro.
Yo quería ser un borracho.
Yo quería ser un borracho.
Un borracho que se farreaba la música en vivo
de los bares,
pero me ha tocado quedarme en casa,
todo porque en una aquelarre de esos perdí a
Pepe Grillo.
El rehab, el rehab.
Ahora, después de ese guayabo
cuasisempiterno,
no queda mucho.
Ahora
solo
(con tilde o sin tilde, da igual)
mudo de piel como una serpiente, ahora
solo
contemplo el bombardeo de sexo en los medios, ahora
solo
llego al rehab.
Y lo bueno de llegar al rehab es que vuelves a ser un humano
Y lo bueno de llegar al rehab es que vuelves a ser un humano
asintomático,
un hacedor de lunares en pieles ajenas,
un caso más entre el millón,
un anatema anestesiado,
un despertar sin ser despertado,
un abrir los ojos harto de tanto de soñar...
de soñar el rehab.
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