Pornopoema del deseo no deseado

Este es el poema de las ninfas, 
De aquellos incontrolables seres
Que existen en el tiempo presente
Y existieron en la Grecia antigua.

Pero aquí sólo hablaré de un par,
Una ninfa que todo me lo dio
Y otra que por orgullo me cambió
Y nunca su virtud me volvió a dar.

En este punto me pondré vulgar
Y aunque suene burdo,
No lo llegue a dudar, amigo,
Que así se trata este asunto.

La ninfa buena,
La que todo me lo dio,
No tenía tetas, 
no tenía culo, 
pero era una fija meta: 
era sexo seguro.

Me encantaba su sexo limpio
Y sus felaciones por no decir mamadas,
Me tenía una paciencia de hadas
Y se tragaba todo mi instinto.

Me daba el mínimo,
el máximo y lo más pequeñito,
No, no lo puedo negar,
se portaba como un ángel...del infiernito.

Pero pasaron el tiempo y los polvos
Y yo sin querer,
Al tenerla a ella agarrada a mis hombros,
No podía dejar de pensar en otra mujer.

Entonces el proceso empezó
Y yo mi sexo le negaba,
Sin saber que a largo plazo
Esto en mi contra se jugaba.

Ella me perseguía
Y me deseaba,
Con sus piernas abiertas
Al frente mío se paseaba,
Pero yo finalmente la dejé
Simplemente porque quería a otra mujer.

Y la conocí a esa otra ninfa,
Dos salidas, par cervezas
Y su culote y par de tetas
Fueron a dar a mi camita.

Yo le dije: ¡Hey!, mi amor,
con esas tetas tan ricas
Hágame un paja rusa,
Son tan grandes
Que no tiene usted excusa
Y si la pongo en 4,
con semejante culo y cintura,
Tenerla así sería una locura.
Venga la agarro de su pelo dorado 
Y le juro que le doy piola
Hasta que huela a caucho quemado.

Fue una noche genial,
Nunca la podré olvidar,
Pero no por lo rica
Ni por la faena,
Sino porque acordándome de mi antigua ninfa,
Que nunca me faltaba,
A la nueva la volví a citar,
Sin saber que después de esa noche efímera no la volvería a mirar.

A la vieja ninfa no la quise volver a ver
Y la nueva no volvió a aparecer.
Pasó el tiempo y aprendí el karma:
Hombre que niega a una su sexo
Pierde después a otra en la cama.

Ese es el deseo no deseado,
Haber negado al no querer
Y desear luego con delirio
Tristemente sin poder.

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