HAZ LO QUE TIENES QUE HACER

 

 

En una cajita refinada,

de esas que angustian

a los domiciliarios,

te envío flores muertas.

Y mientras escucho a J. Cash,

te entrego una vieja herida

que ya no será mía,

sino tuya.

 

Soltaré tu mano,

te dejaré inerme,

que te lleve el tren.

Tú seguirás haciendo

cálculos, solicitudes, burocracia,

queriéndolo todo,

todo menos a mí.

No te darás cuenta,

tal vez,

de que alguien

ya no quiere entregarte la vida.

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